Dicen muchas personas, que son únicas. Dicen muchas personas, que todos somos únicos. Dicen muchas personas que todos somos iguales o que podemos hacer tantas categorías como dedos en la mano para embarcar a los tipos de personas que hay.
No quiero contaros lo que para mí es ser diferente ni mucho menos, vengo a contaros una pequeña historia, sobre dos personas en este mundo, dos personas que a veces les daba por navegar solas, otras veces por pasear acompañadas en su soledad, dos personas que necesitaban escucharse la una a la otra, o por lo menos sentirse así…
Todo comenzó y todo se forjó sobre un vetusto banco de un vetusto parque, llamémosle D a él y Z a ella. ¿Les parece correcto? Por mí podemos dar comienzo a este pequeño cuento…
Caminaba tranquilo con sus pequeños auriculares dando color a sus pensamientos más alegres y risueños, a veces el camino largo se le hacía demasiado corto, porque notaba que flotaba con cada canción que escuchaba.
Faltaban 20 minutos para la salida de su autobús, y decidió matarlo, como no, a través de sueños musicales, sentado en un pequeño banco. Aquello era especial, algo le decían los bancos del parque siempre, y era:- No te sientes aquí, no te vas a sentir bien sentado sobre mí – Pero aquella vez fue diferente, aquel, viejo banco le estaba llamando a sentarse sobre él, se le apetecía disuadir su tiempo junto a él…
Sentado, noto como el banco y su cuerpo se unían para crear la armonía perfecta, toda la música que entraba en su cabeza se convertía en realidades y sueños que parecían llevarle a la atmósfera deseada…pasaron 10 minutos como si fueran segundos, y justo al levantarse, se percató de una nota en la tablilla lateral del banco. Había una serie de horas, como si una persona se sentará ahí y apuntara la hora donde se sentaba y quizás, ¿Por qué no? Soñaba despierto como él. Le dejó una nota sobre él con un pequeño rotulador al lado de sus horas:- El tiempo no es necesario si se hace acompañado de alguien que hace que esas horas, minutos y segundos, sean simplemente números en el espacio…
Pasaron días hasta que el chico…llamado D, volvió a ese intrigante banco. Sentía la tremenda curiosidad:-¿Habrá contestado? ¿Pensará que estoy loco?...Al acercarse pudo apreciar una suave y cursiva letra formando una respuesta:- Apunto la hora en la cual me siento completa y comprendida, así por si algún día se rompe la barrera del tiempo y el espacio, mis horas de gratitud emocional se queden conmigo en este banco.
Aquella respuesta le había sorprendido y D le dejó
una nueva apreciación:-
¿Puedo compartir contigo este pequeño saco espacio-tiempo? Me gustaría a mí también apuntar los momentos en los cuales me sienta realmente bien…Seas quién seas eres diferente a los demás, lo noto, nadie aprecia el tiempo de felicidad.1 día después la respuesta estaba latente y fresca en el banco…Por poco D, no llegó a tiempo para poder coincidir con esa misteriosa chica:- Claro que podemos compartirlo, es más, me alegra llenar este pequeño saco con otras horas de felicidad. No soy una chica diferente…me considero bastante normal. PD: Mi nombre es Z.
La respuesta fue contundente:- Acabas de darme la razón…lo normal hubiera sido una respuesta estilo sí, ¿Por qué no? Y dejarlo en el aire, sin embargo has mostrado de alegría por compartir el espacio y el tiempo en este banco junto a mí.
Fueron muchos días esperando la respuesta, D pensó que quizás la había asustado o quizás pensó lo más lógico:- Este tío está loco… Sin embargo al 4º día, había una respuesta, una hora en concreto: 17:45
Esperó sentado en el banco escuchando música y justo a esa hora apareció Z. Rieron, disfrutaron, hablaron y compartieron espacio y tiempo durante el resto del día. Al regresar al banco, ambos miraron y apuntaron una hora: 22:09. En ese momento las barreras del espacio y del tiempo se rompieron, dejaron los momentos más felices de Z en la maderas de ese banco y grabando a tinta la hora en la que D, se sintió completo por fin sin necesidad de escuchar música.
Z comenzó a grabar esos momentos en otro banco…el banco que compartía con D donde cabían todos los sueños del mundo.
D siguió escuchando música, pero ahora no flotaba ni soñaba solo…
D siguió escuchando música, pero ahora no flotaba ni soñaba solo…