Como cada mañana, mi rutina era coger el Bus, para ir a clases. Era una monotonía constante y molesta, la verdad.
Desde la parada, hasta la estación y de ahí, un largo trayecto hasta mi destino…la facultad. Los días de lluvia eran los que me traían sabores y aromas diferentes, pues, casi andaba vacía e incluso, el frio y la soledad de las calles de los pueblos por los que pasaba, hacían que mi inspiración brotara desde mi más profunda alma.
Y fue en uno de esos días de otoño, cuando por capricho del destino, notara a las musas frívolas de mi espíritu para ponerme instintivamente a escribir. Solo un problema…mi blog había desaparecido, y no utilizo libretas para clases, sino mi ordenador portátil.
Entre en la angustia de aquel que quiere manifestarse por alguna injusticia que han cometido sobre el y sentado decidí mirar hacia el largo pasillo del bus…
Hacia delante, hacía atrás, mi mirada recorría todo el vehículo, hasta que de pronto me fijé en un pequeño cuaderno que había sobre el último asiento…Era un pequeño blog, al cual, solo le quedaba una hoja enmarañada en la cual había un fragmento de un poema:-
“Estoy ciega, ciega de querer y no ver más allá”
“Estoy desesperada de no soñar, de no creer en nada”
“Soy esperanza y desolación, parte del ayer…víctima de mi callar”
“Soy la luna para mi, soy el Sol para los demás”
“Oscuro está mi corazón, encandilada esta tu mirada”
“Encandilado” me había quedado tras leer ese precioso y nostálgico fragmento. ¿Quién era? He subido a este bus día y noche, quizás a todas horas, y nunca la he visto, nunca he divisado a una persona escribiendo en este blog. Debía llevar ahí al menos un día, pues el deterioro del folio era enorme…entre pisadas húmedas, el poema había soportado el peso de diferentes personas, sin perder siquiera la esencia que lo rodea.
Pasaron, días, semanas e incluso varios meses. Había hecho muchos versos para acabar su poema y dárselo personalmente. Habían veces que iba antes a coger el Bus, otras iba más tarde…quería encontrarla, encontrar a esa persona que había dejado botada un trozo de su alma.
Hasta que un día que volvía de estar estudiando varias horas en la biblioteca, me había dejado llevar bastante tiempo y cogí el bus cerca de la medianoche.
La noche estaba helada, lejos quedaban esos días húmedos y nostálgicos…fechas antes de que el espíritu de la navidad llegara a la ciudad, las calles se sumían en la mas profunda tristeza, la gente anda con la cabeza gacha, tapadas por paraguas para que la lluvia no rociara sus cabezas, frunciendo el ceño al ver las nubes negras llegar…son días previos a la felicidad.
Solo las luces dentro del bus iluminaban los cercos a los lados de la carretera, y había una inmensa cantidad de personas que tomaron esta línea, por lo que estaba a reventar…
En una parada más de la mitad del vehículo bajó y de entre toda la muchedumbre un pequeño folio voló hacía el asiento que estaba justamente delante mio.
Era de ella…la letra cursiva, los rabillos alargados, la “ies” sin puntos…era ella:
“Despertar esta mañana, sin sonrisas, sin sellos”
“Querer intentarlo, y no intentarlo por ellos”
“La sombra que me quiere hacer dormir, dueña de mi andar”
“Solo quiero que la hagas irse…dar marcha atrás”
…Podría formar parte del primer fragmento, era el mismo estilo, pero ahora ya tenía una referencia…A pie de página se podía leer – Biblioteca municipal de la Plaza Estatal- Mañana iría allí y le preguntaría al bibliotecario que chica sobre la medianoche podría estar en la biblioteca y así poder dejarle mi visión de tu poema…
Allí estaba, delante de la gran puerta barroca de la Biblioteca, con ambos fragmentos y mi continuación a ellos…me adentré y pude notar como pasé del frio y el olor a humedad, a un calor muy confortable y un olor a hoja maravilloso…
En el mostrador, había una chica alta, joven, pelo suelto con una sonrisa encantadora que me atendió con muchísima alegría.- ¡Hola! ¿En que puedo ayudarte? – Me tuteó y eso me hizo entrar rápidamente en confianza conmigo mismo.- ¡Gracias! Querría saber, si ayer sobre la medianoche había una chica, supongo que joven en esta biblioteca.- Lo siento, la única chica que había ayer era yo…me encargo de cerrar los miércoles. ¿Por qué lo pregunta?- Era ella, ella era la poeta silenciosa.
-No me puedes ayudar, ya me has ayudado... ¿Te suenan de algo estos fragmentos?
Observó ambas partes y luego le enseñé como yo había completado su alma, con pequeños trozos de la mía:
“Estoy ciega, ciega de querer y no ver más allá”
“Estoy desesperada de no soñar, de no creer en nada”
“Soy esperanza y desolación, parte del ayer…víctima de mi callar”
“Soy la luna para mi, soy el Sol para los demás”
“Oscuro está mi corazón, encandilada esta tu mirada”
“Despertar esta mañana, sin sonrisas, sin sellos”
“Querer intentarlo, y no intentarlo por ellos”
“La sombra que me quiere hacer dormir, dueña de mi andar”
“Solo quiero que la hagas irse…dar marcha atrás”
“Camino despacio, el pasado me hace temblar”
“Solo oigo tu eco, el eco que me hace vibrar”
“Siempre pensé en ti con lejanía e incredulidad”
“Ahora sueño con a tu lado despertar”
“Son momentos de difícil acceso, acceso al más allá”
“No quiero despertarte, solo te quiero aliviar”
“En esta fría noche, una sombra sobre ti divisé”
“Usando tu luz…me da…que la apartaré”
