Hace más de un año, mi vida giraba en torno a diferentes métodos para sonreír. Confiaba que con la variedad conseguiría una estabilidad. Llenaba más y más las aspas de mi balanza y por momentos pensé que nunca estaría tan pleno como en aquella época.
Sin embargo nos damos cuenta que las personas necesitamos de las emociones fuerte, por eso perseguimos a esa ansiada persona que nos haga feliz durante toda la vida, o necesitamos vivir experiencias fortuitas. Hay quienes necesitan de la adrenalina, pero eso es otra cosa aparte.
Mi necesidad se basó en la búsqueda continua de mi identidad y jamás he logrado obtenerla, pero quizás hace ya un año, desde que la conocí, pues veo quizás el resplandor de lo que verdaderamente signifique mi alma.
Jamás pensé que descubrir una flor fuera tan enigmático y a la vez tan decisivo en mi vida. Fue en febrero y mientras andaba y bailaba embriagado, dos increíbles pétalos verdes se posaron en mis ojos, parecía que me saludaban. Esa noche la imagen de esa flor jamás se desprendería de mis retinas.
Miré en miles de enciclopedias y pregunte a algún que otro que se las daba de sabio, y al final de todo te encontré a pesar de la cantidad de dificultades que me opusieron.
Es preciosa, tiene un tallo claro con colores entre rosado y beis, sus pétalos son del verde más esperanzador y en diferentes días, parece que se tornan azules.
Es una flor que debe ser cuidada y regada muy a menudo. Cuentan las historias que debido a su inmensa belleza, los antiguos druidas, la alejaban de sus aldeas evitando que los hombres cayeran enamorados de su preciosidad.
Sobre mi pecho yace todos los días y sus raíces dan calor todas las mañanas a mi cuerpo.
Me escucha, me consuela y siempre entiendo cuando su tallo se curva en señal de angustia.
Hace ya muchos meses desde que comencé a cultivarla y aunque me requiere mucho amor, paciencia y complicidad, debido a su duro pasado, no me importa nunca darle todo aquello que ella me pida, aunque en ocasiones soy humano y me descuido.
La flor que llevo en mi pecho, me ha hecho ver parte de mi identidad y me ha transmitido mucho de lo que he buscado durante mis 20 años de existencia, no tengo duda de que esta flor es eterna y nunca morirá y su aroma tan dulce seguirá embriagándome el alma.
Vivir pensando en regar, cultivar, criar y hablar con una flor, pensareis muchos que estoy loco, pero hoy y por siempre prefiero vivir en una locura y permanecer estable en ella a que la estabilidad me haga sumirme en una locura.

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