Medianoche en París.
No puedo evitar sentir la ligera sensación de estar flotando después de ver cerca de hora y media de la última película de Woody Allen.
A veces me gustaría poder ir marcha atrás poder parar ese momento en el que todo se derrumbó. Me pregunto qué habría pasado si eso no hubiera ocurrido…
Saber la verdad sobre las verdaderas mentiras que todos creemos que son ciertas, momentos que no dudamos en porfiar que han sido así y que en lo más oscuro de mi corazón pienso que se han creado de otra manera.
Me gustaría dar marcha atrás, y saber como eran los que hoy componen los cimientos de la moral, la ética, la filosofía, la medicina, la ciencia…Todos ellos marcados por algún final o algún desdichado que vendió una falsa imagen justo en el momento en el que ellos, avanzados, claudicaron y dejaron de existir en carne para formar parte de la memoria incierta colectiva.
Iría a cada una de sus etapas, compartiría lo que ellos quisieran en el momento que sea…No dejaría escapar la oportunidad de saber la verdad con mayúsculas de lo que verdaderamente mascamos cuando abrimos uno de sus libros o vemos algunas de sus obras de arte.
A veces me gustaría poder ir marcha atrás y sentir cómo era esa vida, donde un paseo con ella, podía ser más maravilloso del mundo, donde compartir algo tan insignificante como un café podía proporcionarte datos sobre su vida que nunca lograrías en toda una vida junto a ella en estos años.
Es tan triste mirar hacia atrás y ver que ahí tantas cosas que se quedaron por hacer, que lo único que piensas es que las promesas son solo utopías que el ser humano no ponemos como metas para seguir avanzando a la velocidad de las placas tectónicas de la tierra…
Me siento Owen Wilson en estos momentos, deseando que venga un auto de 1920 y me lleve a la España de aquél entonces…posiblemente tendría una charla bastante dura con el Señor Benito Pérez Galdós.
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